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Susana Baca in my home studio
Circa 1996 © Coco Martin
Shot on medium format, black and white 120 film. Scanned 2020.
[Spanish and English]
En el juego de la aproximación, y eventual alejamiento del retrato, cuando aparentemente es naif, sucede primero de forma literal. La narrativa en un close-up no va sino viene de cada poro, lunar o línea facial. Tal vez, como señaló Lacan, no miramos sino nos miran.
Y todo son pretensiones, intentos llenos de limitaciones pues vemos desde nuestro prejuicio. Del otro lado nos envían mensajes en clave sin destinatario. Luego, sin importarnos y casi con descuido, agrupamos elementos, pasamos el pincel del ojo sin realmente detenernos a una observación pues el instante no dura; es una cartografía en movimiento que nos apura y que no podemos entender. Creemos que miramos. Y en nuestra desolación y admisión de impotencia, decimos que todo es un retrato cuando apenas aparece un rostro en ciertas proporciones, determinadas situaciones de luz y sombra, y hasta en un idealizado momento cúspide de un grito o estertor personal.
Y nos conformamos. Lo hemos logrado. Hemos hecho un retrato.
Cada quien se crea una coartada. Trasladaría aquí, casi extrapolando, la reflexión de Mario Montalbetti desde la no-pregunta de “¿por qué escribo?” hasta la pregunta de “¿cuándo es que el lenguaje del poema vale la pena?”.
¿Es el lenguaje fotográfico esclavo del registro para la generación de un archivo que reemplace con solaz a la memoria? ¿Es el lenguaje visual de naturaleza catártica que viene a liberarme de mis demonios? ¿es y existe solo para mi búsqueda de eternidad y vencer a (esa puta que es) la muerte? ¿acaso nos sirve como arma para hacer del lenguaje fotográfico nuestro propio límite, y matarlo? y coincidiendo, ¿nos abre la ventana para construirnos y encontrar una identidad? ¿Todo eso es la fotografía?
El factor del autoengaño es siempre tan condescendiente como fatal. Es una trampa que elaboramos para caer en ella y vivir felices y logrados. Nos llenamos de lugares comunes y los hacemos entrar en la historia del arte y los museos, limpiamos las asperezas y las pulimos hasta el nivel del reflejo, en un acto de querer mirarnos, en esa nueva trampa. Lo digerimos todo y lo envolvemos listo para su consumo. Se confunden como los buzones sin tapa del pavimento transformador en metáforas hacia el éxito. Y aplaudimos. Nos aplaudimos.
¿Para qué fotografiamos? o peor aún ¿para qué reincidimos en la mentira? Toda simplificación glamorosa y fotogénica viene a mentirnos. Los millones de imágenes por día lo anuncian. Y son una trampa. Es hoy, una lluvia digital incontenida.
¡Viva lo complejo y lo oscuro! ¡Que viva lo que no comprendemos! y lo que nos hace pensar en el camino, y que no huele a final.
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[Después de todo la Fotografía es una hermosa -y peculiar- mentira]
When approaching and distancing from the concept of portraiture, in the naive, it happens first literally. In the real world, the narrative in the close-up does not start on us but comes from every pore, mole or facial line. Perhaps, as Lacan pointed out, we don't look but they look at us.
Thus all these pretensions, are juts attempts full of limitations because we see from -and for- our prejudice. From the other side we get coded messages with no addressee. Then, almost carelessly, we may groups of elements, we pass the eye as a painter’s brush without really observing because the moment does not last; it is like a dynamic cartography that hurries us up and that we cannot understand. We think we look. Under our desolation and admission of failure, we declare that everything is a portrait when a face barely appears in certain proportions, certain lights conditions and shadows, and even in an idealized or personal moment.
And we settle. We think we have achieved it. We have made a portrait.
Everyone creates an alibi. I would transfer here, almost extrapolating, Mario Montalbetti's reflection from the non-question of "why do I write?" to the real question of "when is the language of the poem worth it?”
Is the photographic language due to record or archive ready to replace my memory? Is it the visual language plenty of a cathartic nature that comes to free me from my demons? Is it and exists only for my search for eternity and to defeat (that whore that is) my own death? Does it serve as a weapon to make photographic language our own limit, and then kill it? and agreeing, does it open the window for us to build ourselves and find our identity? Is all that photography?
The self-deception factor is always as condescending as it is fatal. It is our pwn trap to fall into it and live happily and successfully. We are full of common places and we make them enter into art history and museums. Worse, we polish them to obtain reflection, in a selfish act of wanting to look at ourselves, in this new trap. We digest everything and wrap it up ready for mass consumption. The transforming pavement in metaphors for success. And we applaud. We applaud to ourselves.
So, what do we photograph for? or even worse, why do we keep lying? Every glittery and photogenic image simplified comes to us to lie. Millions of images per day are the proof. And the trap. An uncontained digital rain.
Long live the complexity and the darkness! Long live what we do not understand!
and what makes us think about the road, and that does not smell like the end.
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[After all Photography is a beautiful -odd- lie]